Historia del cuchillo tandilense
Una de los autores que más estudió la historia de la cuchillería en Tandil es Ricardo Allende. En su libro “El nacimiento de la cuchillería en Tandil”, Allende realiza una reconstrucción histórica que nos permite aproximarnos a los orígenes de esta tradición.
El cuchillo es el complemento más valioso del gaucho; casi parte de su propio ser. Imaginar el gaucho sin su cuchillo es más difícil aún que imaginarlo sin su caballo.
Fue todo para él: cuchillo para comer, mondadientes, elemento para matar animales, instrumento para cuerear, útil de toda su artesanía y herramienta de todas las tareas y arma defensiva y ofensiva.
Podemos clasificar como cuchillo criollo al cuchillo que posee una hoja en forma de lanza. En diversos textos y tradiciones orales, también se lo ha denominado como “puñal”. No obstante, técnicamente el cuchillo criollo y el puñal poseen características diferentes.
Cuentan los libros que por el año 1600 los cuchillos eran elaborados en piedra, conformados por percusión y muy posiblemente fueran un logro manual del Homo habilis. Durante el Paleolítico probablemente se utilizaron herramientas similares de madera, hueso y otros materiales perecederos.
Pero aquí nos detendremos en el libro escrito por Ricardo Juan Allende, para poder remontarnos en la historia y replicar aquel cuchillo que nos representa, nos conecta con las raíces y constituye una tradición histórica de esta tierra.
La cuchillería en Argentina hacia 1940
En la Argentina, como en otros países de Sudamérica, la demanda de la cuchillería era abastecida por acreditados fabricantes de Europa, siendo los principales proveedores Alemania, Inglaterra y Francia.Las fábricas europeas acuñaban las marcas solicitadas en las hojas de los puñales, que en ese momento fueron los de mayor demanda, bajo contratos de pedido de fabricación que podían superar las 150 unidades de hojas por pedido.
Esta comercialización se realizó normalmente desde fines del siglo XIV (1895), hasta el comienzo y avance de la segunda guerra Mundial que estallo en 1939. Como resultado de esta contienda bélica, las fábricas europeas proveedoras de cuchillería, se vieron involucradas en el conflicto debiendo volcar todo su esfuerzo laboral y económico en el desarrollo de armamento para la guerra.
Esta nueva situación de las empresas comprometió seriamente la fabricación y exportación de cuchillería hasta desabastecer por completo la demanda de nuestro país.
En Argentina, la hoja de mayor aceptación y difusión fue la hoja Arbolito de la firma H. Bocker y Cía. de Solingen, Alemania.
El autor del libro “Del Facón al Bowie”, Abel Domenech, realizó una importante investigación, de la que extraemos un fragmento que explica el crecimiento y los cambios que se fueron dando en el ámbito de la cuchillería en nuestro país:
A las hojas de puñal para Argentina las llamaron “hojas para cuchillos de campo”.
- • Se comenzaron a forjar estos modelos alrededor de 1895-1900. Este modelo de hoja solo lo hicieron para la Argentina.
- • En 1936 embarcaron para la argentina 380 docenas.
- • En 1937 embarcaron para Argentina 450 docenas.
- • Las últimas hojas para argentina fueron embarcadas en julio 1939 en el vapor Monte Oliva.
- • Antes de la guerra fabricaban 25 diferentes medidas: entre 12 y 36 cm.
- • Las más comunes de 14 a 25 cm, con la medida estampada en el botón.
- No disponen de mayores datos por perder en la guerra la mayoría de la documentación y también herramientas.
El Nacimiento de la cuchillería en Tandil
Los pasos fueron orientados hacia la fabricación de navajas para afeitar que anteriormente venían de Alemania y Suiza (que ya no estaban ingresando a Argentina producto de la guerra). Las navajas se forjaban, se templaban y se niquelaban en Tandil; y la operación de afilada se realizaba en Buenos Aires. En esa época se carecía de equipos de afilado de alta precisión en la ciudad de Tandil. Con el tiempo de instalo una máquina y se prepararon recursos especializados para realizar el trabajo en Tandil.La elaboración de hojas de cuchillo de acero forjado es algo que distingue a Tandil desde hace muchísimos años. A esta ciudad serrana llegó desde Ayacucho hace ochenta años Adolfo Antonio Leguizamón para integrarse a La Movediza, la primera industria que se hizo célebre por los mejores productos generados con ese sistema. Pocos años más tarde fue este mismo artesano quien hizo su propio camino con la marca Atahualpa.
Hay dos maneras básicas de hacer un cuchillo. Una, denominada estampado, que consiste en recortar la figura de un cuchillo en una plancha de acero a la que se le suelda una tuerca atrás, se formatea el botón para el encabado y queda terminada, y la otra, mucho más elaborada, es siguiendo la técnica del forjado, que consiste en llegar a la hoja tras una prolongada sesión de golpes y calentamiento aplicados a una barra circular de acero que tras ese proceso y otros posteriores (treinta en total), arrojará como resultado una hoja de cuchillo de gran calidad.
"El revenido se logra a los trescientos grados y el temple entre los 830 y 850 grados y la hoja contra la piedra giratoria sí puede alcanzar esa temperatura y alterar alguno de esos procesos".
Cuchillos criollos
En Argentina y Uruguay, especialmente en la Provincia de Buenos Aires, a los cuchillos que poseen una hoja lanceolada, se los denomina popularmente como “puñales”, aunque la hoja descripta no posee ninguna de las características usuales de los puñales tradicionalmente conocidos en Europa. En la zona de Buenos Aires, también se suele llamar cuchillo gaucho, que no puede faltar en el tradicional asado, diferenciándose de otros tipos de “cuchillos criollos” como, por ejemplo, la “facón” o la popular “daga”.Facón
La historia dice sin dudar que es el arma gaucha. Para los que tienen raíces criollas es el nombre con que identifican automáticamente al cuchillo gaucho, cualquiera sea su variante. Sobre el origen del nombre existen distintas conjeturas, la más acertada es la que indica que proviene del idioma portugués, en el que “faca” es “cuchillo”, y por lo tanto “facón” sería su aumentativo “cuchillo grande”. Se define básicamente como arma de defensa o combate, aunque el gaucho también los haya utilizado para otros menesteres: terminar o faenar una res, cazar o cuerear, e incluso para comer.Los paisanos más adinerados los tenían con hoja de plata y empuñadura con iniciales grabadas en oro o plata, mientras que los peones de campo lo confeccionaban con hojas de correas elásticas de carros, limas viejas en desuso y con empuñaduras de asta de huesos de animales o con naipes yuxtapuestos que les brindaba solidez.
En resumen, el facón era, antes que nada, una formidable arma de combate, que nuestros gauchos esgrimieron con habilidad para defenderse de las lanzas indias y los sables militares.